Descendientes de Victoriano Pidal Varas, y Encarnación Caicoya Palacios, residentes en Madrid, no olvidan cada año sus raíces con una visita a Quintes
Su historia no difiere mucho de la de cualquier familia numerosa de la posguerra. Una España con dos tercios de la población viviendo de una agricultura atrasada y que luchaba cada día en busca de mejores condiciones de vida.
En 1915 Victoriano cogió las maletas y embarcó para la Argentina, las cosas no salieron bien y en menos de un año volvía a Quintes. A su regreso, con un mundo convulsionado por la primera Guerra Mundial, Victoriano se casó con Guadalupe y pasaron a vivir en un piso de la calle Ezcurdia de Gijón.
El año 1918 no pudo ser mejor para los recién casados, llegó Adosinda la primera hija, pero pronto la suerte volvería la espalda a Victoriano, Guadalupe, otra vez embarazada, enfermó de tuberculosis, ante lo cual en busca de un mejor ambiente la pareja vuelve a Quintes, no hubo mejoría, Guadalupe dio a luz a Luisa su segunda hija y falleció el 27 de Junio de 1919.
Viudo y con dos hijas Victoriano no se derrumbó y el día de San Bartolomé de 1921 se casó con Encarnación de cuyo matrimonio nacerían otros 10 hijos: Cristina, Aladino, Carmina, Selmira, Nieves, Jose, Luis, Antonio, Encarnación y Ernestina.
La familia no paraba de crecer y en 1926 la maletas vuelven a salir del armario para ir a Madrid y posteriormente a Burgos donde Victoriano trabajaría de encargado de una importante hacienda.
El final de la guerra mejoró la suerte de Victoriano que empieza a trabajar al frente de una importante explotación denominada El Vivero. El cambio de aires llegaría nuevamente en 1945 al trasladarse a Pozuelo al frente de la ganadería Priegola.
En 1950 a Victoriano le entra la “morriña”, acepta 20.000 pesetas de indemnización y vuelve a Quintes con Encarnación y los hijos pequeños; Luis, Antonio, Ernestina y Encarnación, dejando al hijo mayor Aladino al frente de Priégola y a los demás también asentados definitivamente en Madrid. Posteriormente, Luis, Antonio y Ernestina asentarían de nuevo su residencia en Madrid, mientras que Encarnación se quedaría definitivamente a vivir en Quintes con sus padres.
En 1950 a Victoriano le entra la “morriña”, acepta 20.000 pesetas de indemnización y vuelve a Quintes con Encarnación y los hijos pequeños; Luis, Antonio, Ernestina y Encarnación, dejando al hijo mayor Aladino al frente de Priégola y a los demás también asentados definitivamente en Madrid. Posteriormente, Luis, Antonio y Ernestina asentarían de nuevo su residencia en Madrid, mientras que Encarnación se quedaría definitivamente a vivir en Quintes con sus padres.
Con el dinero de la indemnización, arregló la casa del Regatón y empezó a adquirir protagonismo en Quintes colaborando en actividades colectivas con los vecinos. Entre 1955 y 1960 fue presidente del GRUPO CULTURAL Y DEPORTIVO, cargo que no le impidió seguir con sus aficiones de siempre; jugar a las cartas, tocar el acordeón y escribir coplas. Victoriano y Encarnación, fallecieron en Quintes, el 14 de Noviembre de 1975 y el 28 de Agosto de 1978
En la actualidad los familiares de Victoriano y Encarnación procuran reunirse cada año en Quintes para disfrutar del verano, recordar y comentar con los más jóvenes la historia de sus progenitores.