Jóvenes asturianos relatan cómo
con ayuda médica y apoyo han llegado a hacer vida normal que incluye jugar al
fútbol, ir a la Universidad y hacer baile tradicional
Antonio LORCA 15·10·21
Juegan al fútbol, son
veterinarios, forman parte de grupos de baile tradicional, estudian Derecho,
trabajan en una cocina, de camareros, aspiran a ser maestros y hacen todo lo
que suelen hacer el resto de jóvenes de su edad. La principal diferencia es que
nacieron con una patología cardiaca y eso les ha obligado a medir bien cada
paso que han ido dando en sus vidas para hacerlo siempre, de tal forma que el
musculo más importante para el ser humano no corriera ningún riesgo.
LA NUEVA ESPAÑA ha reunido a
cinco jóvenes que nacieron con una patología cardiaca para saber cómo ha sido
su vida y como han ido aprendiendo a convivir con estas dolencias. La mayoría
de ellos reconoce que pasaron los peores momentos de niños, cuando no entendían
porque les había tocado esto a ellos ni sus compañeros porque siempre se
escaqueaban de la clase de Educación Física. Ahí, en esas etapas más duras,
para muchos fue de gran utilidad la ayuda de la Asociación de Padres y Amigos
de CARDIOPATIAS Congénitas (APACI), donde han recibido ayuda psicológica para
saber lidiar con ello.
Uno de esos casos es el de Lorena
Morís Llera, de Quintes (Villaviciosa), que sufre tetralogía de Fallot, un
defecto de nacimiento que afecta al flujo normal de la sangre por el corazón y
que se produce cuando el corazón del bebé no se forma correctamente mientras
crece y se desarrolla en el vientre materno. “La Asociación me vino muy bien,
hubo psicólogos, a mí de pequeña me costaba mucho admitir lo que tenía, las
limitaciones que tenía, en el instituto lo llevé bastante mal, mis compañeros
no entendían el problema que tenía, porque no podía hacer Educación Física, eso
costó un poco; ahora lo vas viendo con otros ojos, es normal, ellos tenían que
correr y yo no podía y me tenía que quedar allí quieta”, relata esta mujer de
26 años que trabaja de ayudante de cocina y cuidando a personas mayores, además
de formar parte del grupo de baile tradicional “Les Xanines”.
A Lorena la tuvieron que operar
cuando tenía un año y ahora mismo, explica, está “en el limbo”, puesto que los
médicos están determinando cuando volver a operarla: “Llevo 25 años operada y
estoy en seguimiento en Madrid y en el HUCA. Estuve hace poco en Madrid y me
dijeron que me tienen que volver a operar, son secuelas que quedaron de la
primera operación que van saliendo cuando pasan los años y ahora tiene que
retocarlas. Ahora mismo estoy en el limbo, como dicen ellos, y quieren tener la
posibilidad de decirme si mañana te tenemos que operar te operamos. “Ella, por
su parte, va de frente: “Lo que tenga que venir que venga”.
Lorena sabe que tenía muchas
papeletas para que le tocara esto porque en su caso se trata de algo genético,
una enfermedad que han tenido varios de sus primos: “En mi caso es hereditario,
somos tres con este problema en la familia, nos coincidió que somos todo primos
segundos, todos de la misma rama; el mayor ya falleció, tenía el mismo problema
que tengo yo; hay otro más pequeño, tiene más problemas, lleva ya cuatro
operaciones; sabemos que es hereditario, no sabemos porque. En mi familia casi
todos pecamos de corazón”, relata sin perder el humor.
No se queja, considera que su
vida es “más o menos normal”, con la principal excepción de que no puede hacer
ejercicio: “solo caminar, nada de correr, ni bicicleta, todo muy “light”; irme
de paseo o de ruta, si puedo, pero no hacer puenting”. No niega que “hay días
mejores y otros peores”, pero agradece tener una asociación en la que “hablar
en grupo con tus compañeros”. “Vas viendo que problemas tienes tu que problemas
tiene el otro, los compartes y es más llevadero”, añade.
Pablo Fernández, ovetense de 26
años, tiene el tiempo justo para contar su caso. En media hora ha de estar en
su puesto de trabajo en una clínica veterinaria de Oviedo, su ciudad. Sufre
estenosis subaórtica, una malformación cardiaca caracterizada por la obstrucción
del tracto de salida del ventrículo izquierdo por debajo de la válvula aórtica.
Esta dolencia se la diagnosticaron cuando era niño y ahora tiene revisiones
periódicas todos los años.
Lo que peor ha llevado ha sido no
poder hacer ejercicio como sus compañeros: “Lo que más me ha dificultado era el
tema de los deportes, veía como todos mis compañeros podían hacer deporte,
podían esforzarse y yo tenía que estar más limitado, en esa época pedían mucho
no hacer ejercicio, ahora recomiendan hacer un poco, porque eso ayuda al
corazón, pero hace años sí que estaba sobreprotegido en eso de no hacer ningún
sobreesfuerzo en deportes. Veía como mis compañeros hacían extraescolares y yo
por ese tema no podía y era algo que me gustaba mucho”, relata. Ha pasado el
tiempo y considera que es “una persona normal”, que ha podido estudiar su
carrera de veterinaria, que trabaja, es vegano, y que, dejando aparte el tema del
ejercicio “hago como cualquier otra persona, pero conociendo mis limitaciones,
sé que tengo mis problemas de corazón, soy consciente desde que era pequeño”.
Miguel Morís, de 21 años comparte
patología con Pablo Fernández, y pueblo, apellido y grupo de baile con Lorena Morís,
a quien curiosamente no le une ningún lazo familiar. “Cuando era adolescente mi
cuerpo fue cambiando y la estenosis aortica pasó de ser leve a moderada barra
severa”, explica sobre la evolución de su enfermedad. Ese empeoramiento llevó
que a los 16 años le operaran. “Los médicos, aunque no tuve ninguna dificultad
en mi vida, por prevenir, decidieron intervenir y operar para que mejorara mi
calidad de vida”.
El éxito de la operación ha hecho
que en estos momentos pueda hacer lo que más le gusta: “Siempre practiqué
deporte de forma esporádica, con mis amigos, estuve en un equipo de futbol, pero
me cansaba y tenía cuidado de lo que me podía pasar, pero después de la intervención
en agosto de 2019, mi vida cambió, seguí estudiando, empecé a trabajar, ahora
estoy en un equipo de futbol de competición, algo que nunca hubiera pensado “.
Su equipo es el Quintueles y juega en Segunda Regional. Además de eso, estudia
Derecho, trabaja de camarero y, por supuesto, baila junto a Lorena en el grupo
de baile “Les Xanines”.
El más joven de los cinco es
Jorge Valdés, natural de El Berrón de 17 años. “Desde que nací me detectaron un
problema cardiaco, que es una doble salida del ventrículo izquierdo, una corrección
en las ramas pulmonares, también me falta cambiar una válvula”, explica sobre
su dolencia. Un problema que según le han dicho los médicos a los que ha
visitado en Madrid “creen que es el único caso en España”. Valdés no niega que “ha
sido duro” vivir con este problema; “No sabía lo que me pasaba y llevarlo
siendo tan joven no ha sido fácil; pero he tenido la ayuda de mis padres, de mi
familia, además me han tocado unos amigos bastante buenos que sabían lo que me
pasaba e incluso en cierto modo hasta que no sabía pararme me han dado toques
de atención”.
El tiempo le ha servido para
conocerse mejor y aceptar sus límites: “Ahora que ya soy más mayor voy
entendiendo más o menos lo que me pasa, aunque no del todo, sé que tengo que
llevar cuidado porque nunca se sabe lo que me puede pasar”. Las limitaciones en
algunos casos han sido duras: “Me ha limitado porque me gustaría ser policía o
militar y no puedo porque no pasaría las pruebas físicas, pero me toca llevarlo
y seguir adelante”. En cuanto al deporte, se tiene que conformar con “un
partido con los amigos”.
La parte buena es que la evolución
de su enfermedad parece positiva: “Las perspectivas son buenas, todos los años
voy a revisión tanto aquí en el HUCA como en la Paz, en Madrid. No sé las
operaciones que me faltan pero hay una en concreto, cambiar una válvula, que
dicen que va muy bien, que están bastante contentos, sobre todo con la última operación,
que fue un éxito”. En estos momentos estudia el módulo de Mantenimiento Electromecánico.
Otra que ha recibido un apoyo enorme
de su familia y amigos para sobrellevar sus problemas de salud ha sido Marta
Alonso, de 21 años, que vive en la Fresneda (Siero). “Estoy operada porque
cuando nací tenia mal formados los vasos sanguíneos; por esa operación mi válvula
tricúspide quedó con deficiencias y a los 16 años me operaron, me tuvieron que
cambiar la válvula por una biológica”, relata sobre su dolencia.
Marta no duda de las personas que
le han hecho la vida más fácil: “Mi vida la llevo bien gracias al apoyo de mis
padres, mi hermano y mis amigos; no puedo hacer mucho ejercicio, hacia tenis, nación,
zumba, y lo tuve que dejar porque algunas veces me costaba mucho segur el
ritmo, me agobiaba mucho, no podía coger aire”. En estos momentos estudia un módulo
de Gestión Administrativa, pero confiesa que su sueño es hacer Magisterio
Infantil; “Desde pequeña quiero ser profesora”. Aunque agradece a todas las
personas que la rodean la ayuda prestada, de entre todos destaca a su hermano: “Quien
me apoya más de todos es mi hermano, siempre me propone cosas para correr,
hacer ejercicios, siempre está conmigo en los momentos difíciles, por ejemplo,
cuando me operé”.
Fuente: LA NUEVA ESPAÑA
CORAZONES REPARADOS A TODO RITMO:
Son jóvenes y sufren patologías cardiacas desde su nacimiento, pero procuran
hacer con ayuda médica una vida normal, desde ir a la Universidad a jugar al
futbol o practicar baile tradicional. En la imagen, Marta Alonso, Pablo
Fernández, Miguel Morís- con el pecho atravesado por una cicatriz- Jorge Valdés
y Lorena Morís /Miki López