Se supone que cuando una
administración pública destina el dinero del contribuyente a un determinado
proyecto, lo hace con el propósito de mejorar la vida de la gente, tesis generalmente
aceptada, si bien como todas las tesis, necesite posterior demostración.
Y dicho lo dicho, solo añadir que van
ya para ocho, los años que se abrió la conexión de la salida de Gijón en
dirección Santander con la autovía del cantábrico, que como cabía suponer, ha
convertido a la comarca de las Mariñas en uno de los más deseados extrarradios de
la ciudad más poblada de Asturias. Y como es natural, siguiendo el rastro de la
autovía, la zona ha visto incrementada
de forma exponencial su población infantil, en beneficio de todos, se supone, excepto
de los contribuyentes que necesitan una escuela más grande que albergue en sus aulas a sus
hijos más pequeños.
Y es por ello que los vecinos de la
zona vienen reclamando con santa y creciente indignación, la ampliación
de la escuela, razón que argumentan en un hecho tan simple y fácil de comprobar
como que los niños, no caben en la escuela. Así de sencillo. Y como no caben, la
autoridad competente ha decidido almacenar a los niños sobrantes en un
contenedor, adecuado al caso, es cierto, pero en un contenedor. Y es que, en
ocasiones, la autoridad competente actúa a modo de burladero, como elemento de camuflaje y refugio para no
dar la cara delante del toro. Porque si la escuela no tiene capacidad para
albergar a los chavales, la salida no está en buscar un burladero, llámese
contenedor, sino en hacer una escuela más grande.
Y cuando parecía que las dos administraciones
competentes, municipal y autonómica, felizmente se habían puesto de acuerdo
para llevar adelante sin mayor demora la tan demandada ampliación de la escuela
de Quintes, pues resulta que se convocan, seis meses después de la última
elección, nuevas elecciones autonómicas y en consecuencia, los responsables de la cosa pasan a estar en
funciones, que es una manera de no estar. Y así, de vuelta a la teoría del
burladero.
Así que otra vez, una vez despejadas todas las incertidumbres
legales sobre quien tiene mejor derecho a mandar, no cabe otra que seguir
esperando el advenimiento de la nueva administración autonómica para saber en qué
acaba la ampliación de la escuela de Quintes.
Y ya van para ocho años…
Noticia extraída de: http://www.elcomercio.es/