Autor Julio Sánchez Andrade.
Edición año 2000
CARLOS MORÍS BUZNEGO: Quintes 1944 – 2013, chapista. Fue campanero de San Fabián (Quintes), aunque solo tocaba con motivo de la fiesta patronal y, en raras ocasiones, con motivo del fallecimiento de algún vecino.
Aprendió a tocar sin ayuda de
nadie, gracias a su gran habilidad, aunque refiere la relación con un tío suyo,
que tocaba el tambor y las campanas, debido a la cual él también comenzó a
tocar el tambor y a sustituirle en sus labores como campanero.
Para practicar lo hacía en la
fragua de su padre con dos martillos sobre el yunque.
Cree que los ritmos que se tocan
en el tambor también se hacen en las campanas “aunque de otra manera”.
Carlos Morís ha sido requerido a
menudo en muchas parroquias, donde no había campanero, para tocar el día de la
fiesta. Algunos ejemplos son: PTYRT54eña-Francia, Villaverde, Oles, Arroes,
Arguero etc.
Tocaba diferentes repiques. Era
innovación de su hermano Gonzalo Morís Buznego – campanero y tamboritero –
tocar “la raspa” en las campanas. Él lo utilizaba como toque festivo.
ABEL BUZNEGO PIDAL: Quintes 1945
hostelero restaurador. Es campanero de San Fabián (Quintes)
“Hace años, en el mes de m,ayo,
para celebrar el “mes de las flores”, tenía lugar una misa, diariamente, a las
ocho de la mañana y se tocaban las campanas cinco o diez minutos antes dela
celebración para anunciar el comienzo. Para ello se tocaba solo la campana
grande, sin repicar, dando badajazos sueltos seguidos a un tiempo moderado”.
Cuenta que, para avisar de la
misa dominical, se repicaban las campanas una hora antes, dando una campanada
suelta al final de la primera serie; otro segundo repique media hora antes, con
dos badajazos sueltos cuando acababa la segunda serie y ya a la hora del
comienzo de la ceremonia, momento en el que no se repicaba sino que se tocaba
una campana varias veces seguidas, avisando del inicio de la misa.
Con ocasión del fallecimiento de
algún vecino se tocaban las acostumbradas “posas” – percutiendo una campana y
no tocando la otra hasta que desaparecía el sonido de la anterior. Para
terminar la serie o “posa” se hacía una progresiva y lenta aceleración de
golpes con ambas campanas alternadas -, de forma diferente según el sexo del
difunto (dos “posas” para la mujer y tres para el varón). En los fallecimientos
de los niños se tocaba de igual modo que cuando morían los adultos, sin
distinción significativa.
Recuerda una ocasión en que se
tocó “a fuego”, con ambas campanas, lo más rápido y fuerte posible, sin orden
ni concierto, para comunicar la urgente necesidad de colaboración de los
vecinos para extinguirlo.