Sector turístico. Hoteles, casas
rurales, campings y empresas de turismo activo ultiman los detalles para
recibir a sus primeros clientes en cinco meses
CHELO TUYA Viernes, 9 abril 2021,
16:03
Huele a limpio. Muy limpio.
Desinfectado, de hecho. Huele a recién pintado, a madera barnizada, a cristales
casi pulidos. Huele a hierba segada, a equipos higienizados. Pero, sobre todo,
huele a ganas de «volver a la vida», a «trabajar», a «llenar», a recibir a los
primeros clientes en cinco meses. El sector turístico asturiano recupera mañana
su actividad. No total, porque la región sigue en situación de cierre
perimetral, pero sí para el ocio de los asturianos. Si el sector hostelero
brinda por las terrazas abiertas hasta las once, la oferta de alojamiento
regional y las empresas de turismo activo lo hacen por poder acoger a turistas.
«No veíamos el momento de
reabrir», confiesa Victoria Rodríguez. La directora del Hotel Silken Gijón no
ha parado de trabajar en estos meses, pero solo para atender aquellos viajeros
con permiso expreso para pernoctar fuera de su domicilio. El suyo ha sido, como
el Hotel La Polar, de Adela Vincelle, o el Camping Municipal de Deva, el mayor
de la región que dirige Tony Amieva, integrante del grupo de alojamientos
'esenciales', abiertos para emergencias. «Y no es lo mismo».
Más de 200 alojamientos en la
región han mantenido sus instalaciones disponibles para los viajeros con
acreditación para pernoctar. Es decir, quien tenía un permiso de trabajo, una
cita médica o judicial. «Pero ser esenciales no ha significado que tuviéramos
muchos clientes. Ha habido poco movimiento», sentencia Tony Amieva.
Los alojamientos han cambiado a
golpe de virus sus fórmulas de gestión. «Ya no se premia la reserva anticipada,
como se hacía antes, porque sabemos que el cliente de última hora es el
mayoritario, debido a la situación cambiante casi de cada día».
Más de 90.000 plazas
Una situación que complica aún
más las cuentas en rojo de un sector que supera las 90.000 plazas de alojamiento
y que ha visto congeladas las tarifas, pese a incrementar los gastos. «Nosotros
inauguramos en mayo de 2005 y, al poco, el batacazo de la crisis de 2008, de la
que no hay que olvidar que no salimos hasta 2015».
Lo dice Mari Paz Villamandos,
propietaria de La Casona de Quintes, una casa familiar convertida en hotel
rural que ha sido totalmente renovado durante estos meses de cierre. «No hemos
parado de pintar, de comprar cosas, de hacer cambios. Además de incrementar
todos los sistemas de limpieza a los que nos obliga la lucha contra la covid».
Villamandos tiene claro que las tarifas se mantendrán, «porque los gastos se
han incrementado mucho». Por ejemplo, la limpieza de cada habitación que antes
hacía una sola persona, «ahora es necesario hacerla entre dos. Primero la
desinfección y luego hacer la habitación propiamente dicha».
Como sus compañeros del sector
hotelero y de camping, la propietaria de La Casona de Quintes reconoce que el
pasado verano «fue mucho mejor de lo esperado», pero también apunta a que «en
Asturias, la temporada se reduce a dos meses de verano y la Semana Santa.
Incluso cuando hablamos de esa semana, en realidad solo hay negocio los cuatro
días festivos».
Pérdidas millonarias
Recuerda ella la ilusión de su
primera Semana Santa, «en 2006, cuando tuve reserva para toda la semana. Cuando
se lo comenté a un compañero, porque en el sector nos apoyamos mucho unos a
otros, me dijo que no pensara que eso es lo habitual. La Semana Santa en
Asturias, en cuanto a alojamiento se refiere, no pasa de un puente largo».
Un puente largo que genera el 7%
de los ingresos anuales del sector. Uno que dejó en las arcas regionales más de
2.200 millones en 2019, pero que acumula pérdidas tras la llegada de la
pandemia, en marzo pasado. En la Semana Santa de 2020, fueron más de 45
millones los perdidos, según un estudio realizado por EL COMERCIO. En la
pasada, Otea habla de 27,1 millones, con la diferencia de que hace un año el
confinamiento era total y, en esta ocasión, hostelería y comercio, aún con limitaciones,
pudo abrir.
«Esta Semana Santa lo hemos
pasado mal al ver que unos hacían lo que a nosotros nos prohibían», apunta Tito
Conde. Fundador de Deporventura, una empresa de turismo activo insertada en los
Valles del Oso desde 2000, Conde confía en que «si hace sol, este fin de semana
podamos volver a trabajar». Un trabajo del que dependen «hasta 15 personas»,
pero con el que ahora «solo podemos estar cuatro».
Fuente: EL COMERCIO