El cantante y empresario Luis
Gardey encontró en Quintes refugio ante la pandemia. Está feliz, pero se han
paralizado algunos proyectos
PABLO A. MARÍN ESTRADA- GIJÓN.
Jueves, 5 agosto 2021, 09:28
Afincado desde hace años en Cuba,
el cantante y empresario gijonés Luis Gardey cruzó el charco el verano pasado
para refugiarse en su casa de Quintes de los rigores de la pandemia, donde
sigue desde entonces, prolongando unas vacaciones casi tan largas como las de
la famosa película de Jaime Camino. «Normalmente venía en verano y en navidades.
El maldito virus todo lo trastocó y aquí estamos desde julio del 20. Ha sido
una faena porque tenía varios compromisos en La Habana y Miami programados para
octubre: una grabación con nuevas canciones, un programa de televisión, todo ha
quedado aplazado. ¡Qué le vamos a hacer», explica, sin disimular su disgusto
por los planes artísticos momentáneamente frustrados. En los vitales asegura
que «los negocios ya los he liquidado, quiero vivir tranquilo y feliz, ya
trabajé bastante. De las canción no me viy a retirar hasta que me muera».
Aunque ha vivido buena parte de
su vida fuera de Asturias, en su lugar natal se siente con las raíces en tierra
y aprovecha la proximidad de su casa a la Playa España para acercarse a
respirar el aliento cómplice del Cantábrico, hermano y sin embargo muy distinto
del caribe: «Por supuesto que bajo hasta allí y hay un lugarcito donde me gusta
tomarme una copa o una cerveza, pero tenemos un verano otoñal. Cuando estoy en
Cuba con 35 grados todos los días siento unas ganas terribles de volver a
Asturias, pero este año que llevo aquí, la verdad es que pasé un poco de frio.
Tenemos la tierra más linda del mundo pero el clima no es muy compasivo con
nosotros», afirma.
En Madrid triunfó como baladista
y allí tiene a sus hijos, pero los lugares de los que habla con más devoción después
de Quintes, son la isla caribeña que le abrió los brazos en 1970 actuando en el
festival de Varadero y donde encontró el amos de su vida en su mujer Odalys: «Adoro
la música cubana, siempre me han tratado muy bien artísticamente y mis
canciones siguen sonando, también en Miami donde están poniendo mis discos como
nunca». Y naturalmente su Gijón del alma: «Es mi cuna como cantante, aquí
empecé en la radio, luego el Club de Regatas, El Somió Park donde conocí a Jorge
Sepúlveda, llevo a esta ciudad muy dentro, allá por donde vaya».
Aquí, muy cerca, en les mariñes,
están los veranos de la infancia: “les romeries: San Pedro, Granderroble, Peón,
la familia llevaba comidina al prau y yo me pegaba al que ponía discos para escuchar
a Machín o a Lucho Gatica, soñando cantar como ellos», evoca.
De las modas musicales actuales
se muestra pragmático «hay que respetar el gusto de la juventud, no creo que
todos sean reguetoneros, son épocas. El otro día discutían de ello en las redes
sociales y una señora dijo: el primer reguetón lo hizo Luis Gardey en el 67;
“Al Lado, justo al lado, vive la que me tiene enamorado/, ilusionado, trastornado
yo la tengo de vecina por desgracia/ Está viviendo justo al lado ay justo al
lado, pero bien al lado”. Tenía razón», apunta. « Y de retirarme nada- se
reafirma-, uno debe de seguir siempre aquello que ama».
Fuente: EL COMERCIO