Los vecinos de Quintueles diseñan
una campaña para instar a los visitantes a aceptar los sonidos propios de la
zona rural
ALICIA G. OVIES - VILLAVICIOSA. -
Sábado, 31 julio 2021, 08:34
Quintueles tiene una de las
playas más concurridas de la región, un sinfín de sendas para recorrer la
parroquia, una gran tradición gastronómica... Y por eso, año tras año, al
llegar el verano, multitud de turistas se acercan a la parroquia buscando la
desconexión y la tranquilidad que les ofrece la vida rural. Sin embargo, y para
incredulidad de los vecinos, «algunos se sorprenden, e incluso se quejan, de
que los gallos canten, las vacas mujan y lleven a cuello un cencerro que suene
con el movimiento, los cortacésped funcionen a la hora de la siesta….».
Hartos de estas quejas, y
siguiendo el ejemplo del alcalde del pueblo francés de Saint André de
Valborgne, la asociación vecinal ha elaborado un cartel en el que abogan por
«una armoniosa convivencia entre foráneos y vecinos».
«Estamos encantados de que la
gente venga a Quintueles, le dan mucha vida al pueblo, pero cuando vas a un
sitio debes adaptarte. No puedes venir a un pueblo y quejarte por las vacas o
los gallos hagan ruido», explican.
El póster que han elaborado hace
referencia a eso mismo. Porque en Quintueles conviven tanto maravillosos
paisajes como animales o agricultores y es necesario «que haya convivencia y
que nos acoplemos. No solo los turistas, sino también los propios vecinos»,
indican.
Esta no es la primera vez que la
vida rural choca con el sector turístico. En 2019, el canto de un gallo
enfrentó al responsable de un alojamiento rural de Cangas de Onís con el
propietario del animal porque molestaba a sus clientes. Y el año pasado, la
Audiencia Provincial de Oviedo condenó a una vecina de Arriondas a reducir el
exceso de ruido que generaban los perros que tenía en su finca y que pertenecían
a su nieto.
Protegidos por ley en Francia
En Francia, este tipo de
conflictos llegaron a tal punto que el parlamento aprobó una proposición de ley
para proteger aquello que da forma al campo: sus sonidos y sus olores.
Bajo el calificativo de “patrimonio
sensorial”, esos ruidos que forman parte del día a día rural y que tanto
molestan a algunos visitantes están protegidos por ley en el país galo. Ya no
cabe, pues, queja alguna en el caso de que un gallo cante a deshora o un
tractor despierte a un turista con la salida de sol.
Fuente: EL COMERCIO
Varios miembros de la asociación vecinal con el cartel. /A.G.O.