La iniciativa forma parte del
movimiento impulsado por Graciano García, director emérito de la Fundación
Princesa, y da continuidad a los recitales de La Ñora y el mirador de Los
Gemelos
Alicia García-Ovies, Villaviciosa
| 07·02·24
El espacio situado en la parte
trasera de la Casa de los Hevia de Villaviciosa, conocido hasta ahora como
plazuela del Espadañal, se convertirá a partir del 21 de marzo en la plaza de
la Poesía. El equipo de Gobierno presentará este jueves en el Pleno una
propuesta que se enmarca dentro del proyecto "Asturias, capital mundial de
la poesía", impulsado por el periodista y director emérito de la Fundación
Princesa de Asturias, Graciano García, junto a Pelayo Garcia Cervero y David
García Cervero.
La ubicación elegida se basa en
que la plaza es escenario desde hace años de numerosos actos culturales, entre
ellos la recepción de Carlos V cada mes de agosto. Además, según explican
fuentes municipales, la denominación actual, aprobada en octubre de 2008, no
cuenta con un gran arraigo. Además, el cambio de nombre no afecta a ningún tipo
de dirección postal. La propuesta ya ha sido informada favorablemente en la
comisión correspondiente, gracias a los votos a favor del PSOE y PP. Vox optó
por la abstención.
Esta acción tiene como objetivo
seguir impulsando el proyecto “Asturias, capital mundial de la poesía”, el cual
ha unido a instituciones, asociaciones, teatros, bibliotecas y centros educativos
para celebrar cada 21 de marzo una jornada anual en torno a la poesía.
El municipio maliayés lleva desde 2020 formando parte de este movimiento a través de diferentes acciones y, especialmente, gracias a las asociaciones vecinales de Quintes y Quintueles. En 2022 fue el mirador de Los Gemelos el escenario elegido para realizar un primer recital poético, contando con un gran éxito de público. La actividad se repitió al año siguiente, en ese caso en el mirador de La Ñora. Fue entonces cuando el propio Graciano García lanzó al aire la propuesta que y se convertirá en una realidad el próximo 21 de marzo.
Fuente LA NUEVA ESPAÑA