27 noviembre 2023

FOTOS Y VIDEOS: XXII edición del concurso de Relatos Cortos Leopoldo Alas.

El local social Clarín acogió ayer la entrega del premio a Rodolfo Lara Mendoza por el relato “Temau Lipo”.



El poeta y narrador Rodolfo Lara Mendoza, recogió el premio por el relato ““Tamau Lipo”, el mejor valorado por un jurado que estuvo formado por Marián García, Carolina Sarmiento, Reyes Ugalde (coordinadora), Rosa Valle, Mª. Cruz Collado y Rafael Gutiérrez. En la convocatoria de este año se presentaron 310 relatos, de los cuales 294 entraron en concurso 

El ganador, nacido en Colombia (Cartagena, 1973), es delineante de arquitectura e ingenierías. Estudió filosofía en la Universidad de Cartagena y actualmente reside en Sevilla, España. Tiene publicado el poemario Esquina de días contados. Textos suyos aparecen en la antología Al pie del agua, del Premio Nacional de Poesía Gustavo Ibarra Merlano de la Universidad Tecnológica de Bolívar, así como en las revistas Noventaynueve, Susurros, Poesía

  El concurso, convocado por la Sociedad Clarín con la colaboración del Ayuntamiento de Villaviciosa, está dotado con un premio de 1500 Euros de la Sociedad Clarín, el Ayuntamiento ha financiado la impresión de un libro con los textos ganadores de las primeras veinte ediciones. La mesa presidencial estuvo formada por Cristina Tolivar bisnieta del Leopoldo Alas Clarín, El alcalde de Villaviciosa Alejandro Vega, y Reyes Ugalde concejala de Cultura y coordinadora del concurso. Al acto también asistieron miembros del jurado, directivos de la sociedad, el ganador del concurso, y medio centenar de socios.

Las personas que intervinieron en la entrega del premio, Ana Cristina Tolivar, Biznieta de Leopoldo Alas Clarín; Alejandro Vega, Alcalde de Villaviciosa; Reyas Ugalde, coordinadora del certamen y concejala de cultura y Rodolfo Lara, ganador del concurso, dedicaron unas emotivas palabras de agradecimiento a la Sociedad Clarín por la convocatoria de este concurso de proyección internacional y expresaron el reconocimiento como valor cultural que representa para Villaviciosa. El alcalde Alejandro Vega, resaltaba en su intervención cuando en el año 2000,  Rebeca González, nieta del entonces presidente Francisco Suarez, planteó crear este concurso en memoria a la obra de Leopoldo Alas Clarín. Una iniciativa que después de 23 años sigue siendo un referente cultural de las actividades de la Sociedad Clarín.

En el acto, conducido por la periodista y escritora Rosa Valle y amenizado por Sara Méndez con varios boleros, se presentó el libro “20 años del Concurso de Relatos Cortos Leopoldo Alas Clarín”. Veinte años de historias reunidas en un solo libro financiado por el Ayuntamiento. Es una recopilación de los textos ganadores del concurso de relatos cortos ‘Leopoldo Alas Clarín’ a lo largo de sus primeras veinte ediciones.

TEXTO INTEGRO DEL RELATO GANADOR 

Tamau Lipo

Rodolfo Lara Mendoza 

Por más de un mes estuvo recibiendo la carta. No otra que le enviaran por error, sino la misma, esa que una y otra vez devolvió a la oficina de correos para luego de unos días volverla a ver elegantemente acomodada en su buzón junto a alguna factura de energía o teléfonos.  Javier podía reconocerla porque la primera vez había escrito en el frente, con tinta azul y en una letra que de tanto usar el ordenador le pareció ajena, la expresión “Destinatario desconocido”, pues el nombre de la persona a la que iba dirigida no le sonaba de nada y así bien visto le parecía un nombre inventado. ¿Quién diablos podía llamarse Tamau Lipo? Tampoco conocía el nombre del remitente, aunque de tanto leerlo empezó a sonarle de algún lado. La dirección, en cambio, era la suya. De allí que no descartara que la misiva estuviera dirigida a algún antiguo habitante. Total, se trataba de una casa arrendada y llevaba pocos meses en ella. Tenía una sola habitación con un balcón pequeñito que daba a un callejón sinuoso y empedrado. Otro balcón más grande, en la sala, dejaba ver una desleída franja de mar entre los techos de las casas de enfrente y el cielo gris de invierno. Su buzón, puesto junto a la puerta que daba a la escalera de acceso, podía verse con facilidad desde el primer balcón, de modo que, de sorprender al cartero, no tendría dificultad en reclamarle por hacerle llegar una y otra vez la carta. Pero por más que se esforzó en esperar, sentado en el balcón, cagándose de frío, nunca vio a nadie. La carta, en cambio, continuó apareciendo en su buzón, cada tres o cuatro días, como si brotara de manera espontánea. En más de una ocasión las ruedas de un carrito azotando el empedrado lo 2  hicieron saltar de la cama o suspender lo que hacía, solo para encontrarse a una anciana que volvía del mercado jalando su carro de compras o a una pareja joven que empujaba un cochecito de bebé. Un mediodía en que volvía de hacer diligencias se topó con el cartero. No estaba frente a su casa ni ponía nada en su buzón, pero al ver que salía de su calle se dispuso a interrogarlo. Sin siquiera saludar le preguntó cómo era posible que una carta devuelta pudiera seguir llegándole una y otra vez. El tipo, que había dejado el carrito a un lado mientras se liaba un cigarrillo, le dijo, después de encender y expulsar un chorro de humo, que fuera a la oficina y elevara una queja. Curiosamente, esa vez no halló la carta. Así que respiró aliviado, pensando que su caso al fin se había resuelto. En la madrugada lo despertó el traqueteo de ruedas en el empedrado. El silencio que vino después le hizo pensar que había ocurrido en sueños. En la mañana, al bajar, encontró la carta en el buzón. Sin pensarlo se encaminó a la oficina de correos, pero se detuvo a mitad de camino al descubrir que estaba en pijama y llevaba además calcetines y chanclas. Volvió a su casa y mientras se cambiaba de ropa pensó en poner fin a aquello de una manera más rápida. Con torpeza, empleando un cuchillo de cocina, rasgó el sobre. En la carta decía: Apreciado Tamau Lipo,  El nombre de una persona lo es todo. Nos dice quiénes somos y el lugar que ocupamos en el mundo. Nos pone una historia detrás. Sin él no sabríamos que la carta que recibimos es nuestra o va dirigida a otro. Así, por abrir esta carta, asumimos que te llamas como su destinatario. Confiamos a su vez en que te asumas de ese modo, y con tu nuevo nombre asumas también tu culpa, el peso de haber decapitado a un hombre en el Rif. Ese hombre era nuestro padre. Por años hemos buscado a su asesino, de quien 3  solo teníamos el nombre que a manera de firma dejó escrito en una piedra. Has hecho tuyo ese nombre al leer esta misiva. Así que ahora puedes recordar eso que no sabías o que habías olvidado, el vil asesinato que cometiste en la guerra y que tus padres quisieron ocultar con otro nombre cuando te bautizaron. Nuestra búsqueda al fin ha terminado. Confiamos en que tengas el valor, Tamau Lipo, de mirarnos a los ojos cuando te degollemos. Javier quedó de piedra tras leer aquello. No tenía clara la fecha de lo del Rif. ¿Había sido en 1910 o en 1920? ¡Ni sus padres habían nacido! Quiso reírse, pero algo como una angustia se instaló en su pecho. Algo como una culpa anterior. En su memoria creyó atisbar un uniforme, un paisaje de montaña, sangre en los labios de un anciano bereber que rezaba. ¡Tamau Lipo!, gritó alguien desde afuera, al tiempo que golpeaban con los puños en la puerta. ¡Sabemos que estás ahí, Tamau Lipo! ¡Ten al menos el valor de mirarnos a los ojos cuando te degollemos! Y Javier, que con cada nuevo grito se sentía más Tamau Lipo, empuñó con destreza el cuchillo que había usado para abrir el sobre y bajó las escaleras, consciente de que al llegar al último peldaño y abrir la puerta el rostro que verían los hijos de aquel hombre decapitado en el Rif sería el de Tamau Lipo.  

 

Mesa presidencial. Ana Cristina Tolivar, Alejandro Vega y Reyes Ugalde
Rosa Valle

Reyes Ugalde
Carolina Sarmiento
Ana Cristina Tolibar
Rodolfo Lara

Alejandro Vega

Pili Morís y Rodolfo Lara
Entrega del premio: Ana Cristina Tolivar y Rodolfo Lara
Entrega del premio. Alejandro Vega y Rodolfo Lara


Foto de familia: Carolina Sarmiento, Rafael Gutiérrez, Alejandro Vega, Ana Cristina Tolivar, Rodolfo Lara, Ma Cruz Collado, Marian García, Rosa Valle y Reyes Ugalde