Los llagares son empresas muy
pequeñas dentro de un sector en el que hay grandes marcas y, aun así, trabajan
en nuevos productos sin dejar de defender la tradición
JESSICA M. PUGA Jueves, 6 enero 2022
Padre e hijo, Julián y Alfonso,
forman equipo en Castañón. La nueva generación, formada en Administración y
Dirección de Empresas y Enología y trabajada en California y Nueva Zelanda,
suma esfuerzos para sacar este año una sidra de hielo y otra con lúpulo.
-¿Cómo ha ido la Navidad?
-Se avecinaba decente y con el
buen tiempo que ha hecho hubiera sido fantástica, pero con la llegada de una
nueva ola se fue estropeando, empezaron las anulaciones en hostelería y las
restricciones. Aunque el año pasado fue peor.
-La gama de bebidas crece
constantemente en Castañón. ¿Cuál es el trabajo de investigación?
-Buscamos hacer productos
diferentes, el vermú en base de sidra natural y el frizzante no lo tiene nadie
en España. Vamos viendo cosas que funcionan en otros mundos, en el vino y la
cerveza, principalmente, y tratamos de trasladarlo al de sidra.
-¿Qué es lo más difícil: tener la
idea, elaborarla o sacarla al mercado?
-Lo más difícil es venderlo pues
tienes que poner un producto en la calle y hacer que se conozca, lo que cuesta
más trabajo cuando se trata de algo nuevo. Somos empresas muy pequeñas dentro
de un sector en el que hay grandes marcas, que invierten mucho en publicidad y
distribución.
-¿A quién se deben los nuevos
productos?
-Tenemos dos enólogos, uno de
fuera, Pedro Ramas, y mi hijo, que es el que tiene el empeño de hacer productos
nuevos y cambiar un poco la sidra. En Asturias tenemos sidra tradicional, que
tiene que seguir toda la vida, pero hay que ir haciendo otras cosas en torno a
ella.
-¿Cómo se traslada al cliente
este mensaje?
-Cuesta mucho hacer que cale
cualquier mensaje que trascienda a la sidra de escanciar; los asturianos por
sidra solo entienden la natural tradicional, otra cosa dicen que no ye sidra.
Llegar a esta gente es prácticamente imposible, así que hay que entrar a otro
público, a los jóvenes.
-¿Qué ideas aporta la nueva
generación de Castañón?
-Quiere hacer muchas cosas (Ríe).
Yo le digo que vaya poco a poco, que haga una cosuca al año. Este vamos a sacar
una sidra de hielo y otra con lúpulo, que llevamos probando 3 ó 4 años.
-¿Se explota la sidra todo lo que
se podría?
-No lo suficiente. En Asturias se
consumía menos cerveza que en otros sitios y en cambio los jóvenes de ahora ya
están muy metidos, al fin y al cabo las cerveceras son multinacionales con gran
poder. Pienso que los productos nuevos con sidra son buenos para ellos. Mi hijo
me cuenta que sus amigos son cerveceros, que el 90% bebe sidra solo en las
romerías, pero que cuando prueban cosas nuevas, les gustan.
-El día de los inocentes
anunciaron que una famosísima cadena de hamburgueserías serviría un menú con sidra.
¿Qué pasaría si fuese verdad?
-Ojalá lo fuera. Lo creyó mucha
gente, a ver si lo vieron los de McDonald's y nos la piden. La sidra de
escanciar no serviría por su sistema de venta, que ni botellas tienen menos van
a escanciar, pero sí podrían tener sidra en barril, en lata o botellín. No es
tan descabellado.
-La sidra está a un paso de tener
el beneplácito de la Unesco. ¿cómo aprovechar el tirón?
-Es un bombazo... No sé si saldrá
este año por no sé qué protocolos por los que evitan que un mismo país tenga
varias certificaciones consecutivas, por lo que es más fácil que sea para 2023.
Sea cuando sea, tenemos que saber aprovecharlo, hacer publicidad y venderlo
mejor, que no somos los asturianos muy buenos en eso, si fuesen los gallegos...
Tenemos que tirar por el escanciado, que es una cosa única en el mundo y con
mucha presencia en el día a día, no como algo simbólico o histórico.
-¿El sector de la sidra está
cohesionado? Me refiero desde la manzana hasta la botella.
-No demasiado. Va haciéndose lo que
se puede, pero tendría que haber bastante más unión.
-Se han frenado muchas cuestiones
en torno a la bebida. Por ejemplo, su precio.
-El precio de la sidra es
totalmente ridículo, pero solo por subirla 10 céntimos parece que hay una
revolución. No tiene sentido cobrar 3,50 euros por una botella que requiere
escanciarla seis veces, un vaso especial que además de caro ahora es de uso
individual y pinchos. No queda más remedio que subir el precio porque lo ha
hecho el combustible, la electricidad, las botellas y hasta los corchos, los
cuales subieron dos veces durante el año pasado y ahora lo hará otra vez. No
digo que tenga que venderse a 10 ó 12 euros porque el consumo de sidra es más
elevado, pero sino subimos el precio a 4 ó 5 euro, cerramos todos. Tampoco
tiene que costar toda la sidra igual, que creo que es el mayor error que hay,
ni en todas las sidrerías lo mismo.
Fuente: EL COMERCIO
Alfonso y Julián Castañón, rodeados de sidra, en Castañón. / DAMIÁN ARIENZA