30 abril 2020

Coronavirus en Asturias | «Esperan por el periódico como agua de mayo»

Gonzalo Canteli reparte el pan con la prensa por Les Mariñes de Villaviciosa y trata de «animar a la gente que lo ve todo negro»
Gonzalo Canteli reparte cada día el pan y el periódico por aldeas de Villaviciosa. / JOSÉ SIMAL

P. A. MARÍN ESTRADA gijón. Miércoles, 29 abril 2020, 02:59 
Gonzalo Canteli lleva casi cuarenta años acercando el pan del día y el periódico a decenas de hogares por los pueblos de Les Mariñes en Villaviciosa. «A mi mujer le digo en broma que además de panaderu soy el psicólogo que anda por les aldees, porque me cuentan todos los problemas y a mi préstame escuchalos, charrar un poco con ellos, a veces da-yos un poco de ánimu, porque hay mucha gente mayor que a la única persona que ven en todo el día es a mí o al pescaderu. Ahora, conversación poca, pero ánimu el que quieran, que falta nos hace a todos», cuenta desde su casa en Quintes. De allí parte cada mañana a las 6 para ir a recoger su mercancía a la panadería La Mariñana e ir repartiendo por Arroes, Villaverde, Careñes, Oles, Argüero, El Puntal o Tazones. «Estos días hay quien está esperando, más que el pan, la prensa como agua de mayo. La cosa no está para menos», explica. 
Afirma que desde que comenzó la emergencia sanitaria los clientes le demandan más periódicos: «La gente al estar en casa tiene más tiempo para leer, por entretenimiento y para ver cómo sigue la cosa. Aquí en toda esta zona el que más me piden es EL COMERCIO, de toda la vida, y en mi casa igual. Siempre dejo uno para llevar. No gano nada con ello y lo hago porque voy a sitios donde, si no, la prensa no llega», apunta. Estos días también él busca información en los diarios: «Lo primero que suelo mirar son las estadísticas y cómo va el picu, que ahora dicen que está bajando, pero así y todo la situación es seria. Anima alguna cosa, ver esos ingenieros de aquí que hacen respiradores 3D o los que se recuperan». Entre sus clientes abundan las personas mayores y con ellas, ahora, le toca a Gonzalo transmitir las noticias que va conociendo y darpalabras de aliento: «Hay dos paisaninas que viven solas y sálenme llorando: 'Ay, fíu, que va llevanos esto'. Yo las calmo: 'Ustedes están ahí seguras en casa, no salen ni ven a nadie. No tienen que preocupase'. Les dejó también unos guantes de los que llevo para que estén más tranquilas», relata. 
En estas últimas semanas, cuenta que en las aldeas por donde pasa «están todos muy convencidos de que hay que protegerse», aún así, reconoce haberse encontrado de camino «algún despistáu o que se haz. Esti día vi a una señora por la carretera. La avisé y no me hizo casu. Poco después la Guardia Civil le puso 100 euros de multa. Y es que algunos solo se conciencien así, aunque son ya pocos». Desde el primer día, Gonzalo extrema sus precauciones al visitar a sus clientes y en casa: «Tenemos a mi suegro y un nietín con mi hija. Procuramos no juntarnos y tener mucho cuidado». Y no duda de que la mejor protección es «ser positivos y animar a les persones que lo ven todo negro. Aunque la realidad sea la que es, hay que seguir tirando». 
Fuente: EL COMERCIO