08 noviembre 2019

Julián Castañón «La mejor inversión es mirar para adelante»


«Tenemos que aprender a vendernos, como hacen los gallegos y los vascos; hay que lanzar nuevos productos para que haya donde elegir»

SUSANA D. TEJEDOR Jueves, 7 noviembre 2019, 00:29 
Son las ocho de la mañana, pero Julián Castañón ya lleva una hora al pie del cañón. Está en plena temporada y no hay ni un minuto que perder. Aún queda por delante un mes intenso y, luego, cruzar los dedos para que todo salga según lo previsto. Entusiasmo no le falta. Y tiempo, desde luego, no le sobra. 
-En plena campaña... 
-Sí. Desde primeros de octubre y hasta finales de noviembre o primeros de diciembre estamos aquí a tope. Está entrando en el llagar toda la manzana necesaria para la sidra del próximo año. El mosto empieza a fermentar. Los llagareros vivimos todo el año para la sidra, pero ahora hay más comodidad que antes. Hace unos años había que estar toda la noche. 
«Con una botella de sidra tienes al camarero sirviéndote varias veces y eso tiene un coste» 
-Las visitas a su llagar tienen un éxito enorme. Hay que reservar con cierta antelación. 
-En verano está a tope y hay mucho más movimiento de gente de fuera que de aquí. La venta directa en bodega es muy interesante, ya que tienes mejores márgenes, y las visitas dan mucha publicidad al llagar. Hacemos diferentes visitas: familiares, profesionales, con degustaciones de queso y embutido asturiano. Y de allí se pasa a la tienda en donde se pueden adquirir diversos productos. 
-¿Cómo ha cambiado desde que empezó su abuelo? 
-Radicalmente. El Llagar Castañón fue fundado por mi abuelo materno, Alfredo García Menéndez, en el año 1938. Ha habido grandes cambios, pero especialmente en los últimos 20-25 años. Los llagareros hemos avanzado mucho; ahora se dispone de instalaciones superiores que han mejorado el sistema de elaboración de la sidra, aunque sigue utilizándose el método tradicional. 
-Y la 'criatura' nació de una casualidad. 
-Sí. Mi abuelo se dedicaba al transporte de viajeros en un autocar de su propiedad, pero se lo confiscan durante la guerra y se queda sin trabajo. Se decide a construir un llagar, que primero era una pequeña producción de sidra natural, pero fue creciendo. Y se incorpora su yerno, mi padre, que va incorporando maquinaria y más toneles. 
-Las nuevas generaciones siempre traen nuevos aires a los negocios. A usted también le tocó hacer cambios e innovar. 
-Sí, desgraciadamente, mi padre falleció en 1982 y yo decidí continuar con su labor. Con el tiempo, el llagar se nos quedó pequeño y abrimos el actual, en Quintueles. Lo hice nuevo ya, a mi gusto. No había estudiado y solo tenía dos opciones: seguir con el bar familiar o con el llagar, y opté por lo segundo. Iba por las sidrerías y me parecían todos vieyos y no había mujeres. Ahora esto ha cambiado. Ya ves gente joven y mujeres. El problema sigue siendo que la juventud toma más cerveza, que está de moda, y contra eso es muy difícil luchar. 
-¿Continuará la tradición familiar? 
-Espero que siga. Yo tengo un hijo que ha hecho enología. Ahora está de prácticas en California aprendiendo en una bodega acerca de este mundo, y a hablar inglés, que ahora es esencial. Hay que ver lo que hacen en otros sitios. 
-Nos falta mucho por aprender. 
-En Asturias somos pocos habitantes, falta empleo y la sidra cuesta trabajo sacarla de aquí. Quizás hay que apostar por otros productos, ya que cada vez vamos a menos. La clave está en el escanciado, es importante, pero no podemos poner a toda España a escanciar. Y, además, al pensar en sidra solo se piensa en sidra natural. Cuesta mucho abrirse. Hay que ir poco a poco con la gente joven. La calidad es mucho mayor. Es más fácil de beber, tiene más sabor, más olor. 
-¿Hay suficiente unión en el sector? 
-Sí, pero hay que hacer más cosas juntos por el bien de todos. Los llagares son casi todos familiares. No hay inversores. Siguen siendo el 99% de familias, aunque todos hemos ido cambiando y evolucionando. Pero hay que unirse para que el sector se fortalezca. 
-Y en esa unión entran los hosteleros. 
-A la hostelería le da mucho trabajo la sidra y poco margen; debería de haber diferentes precios dentro de la sidra y que cada uno escoja la que más le guste. Además, el escanciador ha de seguir pero hay que estar abierto a otras posibilidades. Fuera, cuesta mucho trabajo. Cada día tenemos más información de lo que consumimos. Y la sidra no solo es la natural, hay otras opciones que deberían introducirse más entre los consumidores. Nosotros, por ejemplo, hacemos un vermú de sidra, sidra brut y la Frisante, que es parecida al Moscato. Hay que buscar nuevos productos para que el público tenga más donde elegir. 
-Imagínese que está en su mano pedir mejoras para el sector. Pida. 
-Hay que tratar de que el consumidor pida sidra, que los llagareros lo hagamos lo mejor posible, que se entienda el precio: es lo más barato que consumimos. Cuando se suben 10 céntimos hay la del demonio, en cambio los lagareros tenemos inversiones muy grandes. Hay que entender que el precio de la sidra es ridículo. Con una botella de sidra tienes al camarero sirviéndote varias veces y eso tiene un coste; si pides otra bebida, te la ponen y ya está. 
-¿Y a las autoridades? 
-Que miren un poco más por lo que hay en Asturias. Tenemos que aprender a vendernos, como hacen los gallegos y los vascos. 
-¿Sigue con el mismo entusiasmo que cuando empezó? 
-No queda más remedio. Si no estuviese con esta actitud sería muy difícil seguir. Aquí la mejor inversión es mirar para adelante.
JULIÁN CASTAÑÓN Propietario de sidra Castañón
La casualidad hizo que su abuelo materno se metiera a llagarero. Alfredo García compró un pequeño  llagar, que abanderó posteriormente su yerno, Julián Castañón. Su muerte prematura marcó el futuro profesional de su hijo, del mismo nombre, que hoy regenta el negocio, ya modernizado y ampliado.
Julián Castañón ha engrandecido un negocio familiar. / DAMIÁN ARIENZA
Fuente. ELCOMERCIO