El pollo cuenta con las dos patas dispuestas en su posición normal y una tercera, más corta a modo de apéndice, en la parte trasera.
Nacido en un gallinero particular, el suceso no ha pasado desapercibido para muchos vecinos al tratarse de un caso poco frecuente.
Aunque lo habitual es que los pollos que nacen con estas malformaciones se mueran a los pocos días de nacer, el que hoy nos ocupa cumplió ya unos seis meses de vida, es aceptado por su familia del gallinero como uno más y sigue creciendo feliz en San Miguel de Arroes.
Por lo visto el fenomeno es debido a la incubación de un huevo de doble yema, donde la fusión de los embriones provoca la malformación genética.
QUINTES Mirador del Cantábrico
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