Impresionante despedida, ayer en Zamora y hoy en Quintes, de un hombre que nunca olvidó sus raíces.
José Eduardo, foto reciente |
Cerca de medio centenar de amigos, en representación de otros muchos que por diversas circunstancias no han podido desplazarse, hemos querido estar presentes ayer en Zamora, lugar de residencia de José Eduardo, para asistir al funeral por su eterno descanso y acompañar a su familia en esos difíciles momentos.
Santa María de la Horta, donde se había casado, fue el lugar elegido para la celebración de unos actos religiosos que abarrotaron la iglesia y que finalizaron con una espontanea y emotiva intervención de José Ramón, Maruchi y Tivina, integrantes del Coro de Quintes, cantando Despidamos al Hermano.
Otro tanto ha sucedido hoy en Quintes. La iglesia parroquial se volvió a llenar de vecinos, amigos y familiares para dar el último adiós a un genio de hacer amigos, al que finalmente la vida no le ha dado la oportunidad de disfrutar la jubilación.
José Eduardo estaría orgulloso de ver tanta gente que le quería a su alrededor. Estoy casi seguro que, emocionado y con tono socarrón, nos soltaría una de sus típicas frases “sois unos cabrones”.
Te vamos a echar mucho de menos amigo.
Julián Caicoya
Artículo de Francisco Somoza, publicado ayer en el periódico La Opinión de Zamora sobre la personalidad y vida de José Eduardo.
Eduardo Casal, “el asturiano”
En memoria de una persona que era la mejor representación de la entrega
Es difícil describir la categoría humana de un amigo cuando es tan grande. Reducir su recuerdo a su infinita generosidad sería injusto; recordar su inteligencia brillante y sorprendente seria incompleto; hablar de su simpatía no permitiría reproducir sus respuestas instantáneas y agudas.
Eduardo era una persona extraordinaria, amigo de sus amigos, y consecuente con sus principios y convicciones, era la mejor representación de la entrega, nada le pertenecía y lo suyo, sin embargo, nos pertenecía a todos.
Eduardo ha sido un profesional de los buenos; las puertas de su despacho estaban abiertas de par en par para quien precisara de sus servicios. Sus conocimientos se agrandaban cada día con su humildad y su incomparable sensatez.
A nosotros, sus amigos que tanto le queremos, nos deja una preciosa herencia, la suerte de haberle conocido, multitud de buenísimos recuerdos y la compensación de saber que le ha dado dos vueltas a la vida y que ya nadie podrá quitarle lo “bailao”.
Eduardo Casal García, asturiano de nacimiento, falleció ayer en Zamora, donde ejercía como aparejador en el servicio de Fomento de la Junta de Castilla y León, siendo reconocido y apreciado por su talante personal y su valía profesional.