Cine Alonso (1950-1972), Publicado
en el libro de las fiestas de San Juan de Castiello de la Marina
Cine Alonso |
Este año, esta sección, donde
solemos recordar a vecinos que formaron parte del día a día del pueblo y son historia
del mismo, va dedicado al cine Alonso, ese añorado local que tanta alegría y
distracción dio en Venta de las Ranas. Gerardo, el alma máter, junto con su
esposa, Lola, promotores de aquella atrevida iniciativa, hace muchos años que
ya no están entre nosotros, por lo tanto, sirva esta pequeña reseña como
recuerdo hacia ellos.
Cuentan de Gerardo Alonso que era un hombre muy decidido. Natural de
Quintes, se casó con su vecina Aurora Tuero, “Lola”, y empezó a trabajar en
Llorea para los Vereterra, llevando leche en una “xarré” a Gijón. Se habían
hecho con una pequeña casería en Quintes, pero él aspiraba a algo más. Les
gustaba la vida rural, así que compraron una propiedad en La Cabaña (Arroes).
Allí se establecieron con sus dos hijos, una niña y un niño.
Gerardo y Lola en viaje de novios |
Un día, un cuñado suyo le pidió
que fuese a ver una pequeña casa con prau que se vendía en Venta Les Ranes y
por la cual estaba interesado. Finalmente, el cuñado no se decidió a comprarla,
pero a Gerardo le empezó a rondar por la cabeza una idea y acabó comprándola
él. Como dijimos antes, cuentan que era muy decidido y con mucha vista de
negocio. Así fue que, un día, llegó a casa y le dijo a su mujer “vamos a poner
un cine en La Venta Les Ranes”.
No era mala idea la de Gerardo,
pues Les Ranes era el punto geográfico ideal, lugar estratégico que concentraba
toda clase de comercios y rodeado de pueblos. Lola casi no tuvo opción de
opinar, pues Gerardo ya había solicitado la licencia.
Cuentan que Manuel Moris,
”Limpias”, respetado comerciante de Les Ranes, al enterarse de que Gerardo
había pedido licencia para un cine, fue el a solicitar otra para hacer uno en
el bajo de Les casones. Pero, por aquel entonces, no se permitía más un cine en
un radio geográfico determinado. Ya había uno en Quintes, llamado Cine La
Marina, y otro en Argueru.
El proyecto de Gerardo empezó a
fraguarse y construyó en aquel sitio, donde había una casuca con prau, un
elegante edificio que constaba de cine y vivienda, a donde fueron a vivir
Gerardo y Lola.
En 1950 abrió sus puertas en Venta
Les Ranes el Cine Alonso. En sus inicios la programación constaba de baile
todos los domingos y después una función cinematográfica. En aquellos bailes solía
actuar David el de Careñes con alguno de sus hijos, y se solía llenar de
juventud de todos los pueblos de alrededor. Posteriormente se centró solamente
en funcionar como cine y ofrecía dos funciones todos los domingos. El perfil
del público también cambió, predominando, sobre todo, parejas ya no tan
jóvenes.
El cine iba viento en popa y en
él estaba involucrada toda la familia. Gerardo era el que estaba en la puerta y
su hija, después su nuera, eran las encargadas de la taquilla donde, en los
inicios, empezaron vendiendo lasa entradas a 4 pesetas en banco y 6 pesetas en butaca.
El hijo de Gerardo, Joaquín, era el maquinista. A menudo tenían que llamar a
Obaya, el conocido técnico de Villaviciosa, quien le hacia las reparaciones necesarias
al proyector Ossa, además del mantenimiento, que solía ser un fusible o alguna lámpara.
Joaquín recuerda lo habilidoso que era Obaya. Cuenta que venía en un Biscuter
que el mismo había modificado, acoplándole la marca atrás. Además, reparaba el
proyector sin sacarse las manos de los bolsillos, pues simplemente se limitaba
a darle a Joaquín las indicaciones precisas para que él realizase las reparaciones
oportunas.
El cine también tenía cantina y
la explotaba el popular Pepe Caelles, de Arroes, que también era fotógrafo. Las
películas venían en bobina de 2.400 metros aproximadamente y, en mitad de cada
función, había un parón para cambiar la bobina. Un habitual espectador siempre
era el medico de Les Ranes, D. Agustín Foyaca, quien siempre tenía reservadas
dos butacas.
Las películas de más éxito solían ser las folclóricas como Carmen Sevilla, Lola Flores etc.… aunque también había alguna considerada por la censura poco apta para menores. Aun así, los matrimonios solían llevar a los niños consigo. Era frecuente que hubiese alguna inspección y, en esos casos, era Lola la encargada de reunir rápidamente a todos los niños en la cocina.
Cartel de una de las películas proyectadas |
Desde el punto de vista de la era que vivimos actualmente, en la que las redes sociales ofrecen el mejor y más rápido método de divulgación, resulta curioso conocer la forma mediante la cual publicitaban la función de una semana para otra. Y no era otra que escribiendo la programación con tinta china en un vidrio, el cual se colocaba delante del proyector y exhibía en la pantalla el texto escrito. Así, los asistentes sabían que película se iba a proyectar al siguiente domingo. También era habitual salir a empapelar con carteles los pueblos de alrededor, sobre todo cuando se promocionaba alguna conocida y esperada película.
Cabe recordar también que
Gerardo, aparte de vivir del cine. Lo complementaba con todo tipo de trabajos,
entre los cuales destacaba como cantero. Trabajaba a menudo con Bautista, el de
La Moyada.
El Cine Alonso funcionó como tal
hasta 1972. Los medios propios de locomoción empezaron a generalizarse y la
gente comenzó a ampliar su radio de esparcimiento, concentrándose más bien en
las grandes poblaciones. A ello también favoreció la llegada de los televisores
a las casas particulares.
Tras veinte años de
funcionamiento, llegaron a proyectar en color y las entradas llegaron a costar
12 pesetas. Joaquín, el hijo de Gerardo, recuerda que la película más
taquillera de la historia del Cine Alonso fue, sin duda, Quo Vadis (1951), que
duraba tres horas, es decir, 4000 metros de bobina. Aun hoy en día rememora
como tuvieron que refrigerar el motor
proyector poniéndole trapos de agua fría, pues calentaba inevitablemente al
tener que proyectar dos funciones seguidas. La cola de gente llegaba hasta el
cruce de Les Ranes, y en las dos funciones fue necesario abrir las puertas para
que se pudiera ver la película desde la calle.
Tras dejar de ejercer como cine,
empezó a funcionar como teatro y sala de baile, en la cual era habitual que actuase
la orquesta Bonanza de Tornon. Compañías artísticas o canción asturiana eran
también programación habitual. Los populares cantantes José Noriega y Celestino
Rubiera solían ser invitados asiduos. Triste e inevitablemente, terminó
llegando el fin del Cine y Teatro Alonso. Gerardo y Lola continuaron viviendo
allí hasta que ella falleció. Después, Gerardo se fue a Quintes, a casa de su
hija. El local, aquel que tantas alegrías dio a toda la población de Les Mariñes,
estuvo muchos años cerrado, en un constante e inevitable deterioro hasta que, a
principios de los 90, fue vendida la propiedad. La familia Alonso Tuero lo tuvo
muy claro: el único elemento que quisieron salvar fue aquella máquina de
proyectar marca Ossa que, incansable durante dos décadas, vio pasar por sus
entrañas kilómetros y kilómetros de bobinas, alegrando la vida de Les Mariñes. Aun
hoy en día la siguen conservando.
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