07 enero 2022

«Si no subimos el precio de la sidra a 4 ó 5 euros, cerraremos todos»

Los llagares son empresas muy pequeñas dentro de un sector en el que hay grandes marcas y, aun así, trabajan en nuevos productos sin dejar de defender la tradición

JESSICA M. PUGA  Jueves, 6 enero 2022

Padre e hijo, Julián y Alfonso, forman equipo en Castañón. La nueva generación, formada en Administración y Dirección de Empresas y Enología y trabajada en California y Nueva Zelanda, suma esfuerzos para sacar este año una sidra de hielo y otra con lúpulo.

-¿Cómo ha ido la Navidad?

-Se avecinaba decente y con el buen tiempo que ha hecho hubiera sido fantástica, pero con la llegada de una nueva ola se fue estropeando, empezaron las anulaciones en hostelería y las restricciones. Aunque el año pasado fue peor.

-La gama de bebidas crece constantemente en Castañón. ¿Cuál es el trabajo de investigación?

-Buscamos hacer productos diferentes, el vermú en base de sidra natural y el frizzante no lo tiene nadie en España. Vamos viendo cosas que funcionan en otros mundos, en el vino y la cerveza, principalmente, y tratamos de trasladarlo al de sidra.

-¿Qué es lo más difícil: tener la idea, elaborarla o sacarla al mercado?

-Lo más difícil es venderlo pues tienes que poner un producto en la calle y hacer que se conozca, lo que cuesta más trabajo cuando se trata de algo nuevo. Somos empresas muy pequeñas dentro de un sector en el que hay grandes marcas, que invierten mucho en publicidad y distribución.

-¿A quién se deben los nuevos productos?

-Tenemos dos enólogos, uno de fuera, Pedro Ramas, y mi hijo, que es el que tiene el empeño de hacer productos nuevos y cambiar un poco la sidra. En Asturias tenemos sidra tradicional, que tiene que seguir toda la vida, pero hay que ir haciendo otras cosas en torno a ella.

-¿Cómo se traslada al cliente este mensaje?

-Cuesta mucho hacer que cale cualquier mensaje que trascienda a la sidra de escanciar; los asturianos por sidra solo entienden la natural tradicional, otra cosa dicen que no ye sidra. Llegar a esta gente es prácticamente imposible, así que hay que entrar a otro público, a los jóvenes.

-¿Qué ideas aporta la nueva generación de Castañón?

-Quiere hacer muchas cosas (Ríe). Yo le digo que vaya poco a poco, que haga una cosuca al año. Este vamos a sacar una sidra de hielo y otra con lúpulo, que llevamos probando 3 ó 4 años.

-¿Se explota la sidra todo lo que se podría?

-No lo suficiente. En Asturias se consumía menos cerveza que en otros sitios y en cambio los jóvenes de ahora ya están muy metidos, al fin y al cabo las cerveceras son multinacionales con gran poder. Pienso que los productos nuevos con sidra son buenos para ellos. Mi hijo me cuenta que sus amigos son cerveceros, que el 90% bebe sidra solo en las romerías, pero que cuando prueban cosas nuevas, les gustan.

-El día de los inocentes anunciaron que una famosísima cadena de hamburgueserías serviría un menú con sidra. ¿Qué pasaría si fuese verdad?

-Ojalá lo fuera. Lo creyó mucha gente, a ver si lo vieron los de McDonald's y nos la piden. La sidra de escanciar no serviría por su sistema de venta, que ni botellas tienen menos van a escanciar, pero sí podrían tener sidra en barril, en lata o botellín. No es tan descabellado.

-La sidra está a un paso de tener el beneplácito de la Unesco. ¿cómo aprovechar el tirón?

-Es un bombazo... No sé si saldrá este año por no sé qué protocolos por los que evitan que un mismo país tenga varias certificaciones consecutivas, por lo que es más fácil que sea para 2023. Sea cuando sea, tenemos que saber aprovecharlo, hacer publicidad y venderlo mejor, que no somos los asturianos muy buenos en eso, si fuesen los gallegos... Tenemos que tirar por el escanciado, que es una cosa única en el mundo y con mucha presencia en el día a día, no como algo simbólico o histórico.

-¿El sector de la sidra está cohesionado? Me refiero desde la manzana hasta la botella.

-No demasiado. Va haciéndose lo que se puede, pero tendría que haber bastante más unión.

-Se han frenado muchas cuestiones en torno a la bebida. Por ejemplo, su precio.

-El precio de la sidra es totalmente ridículo, pero solo por subirla 10 céntimos parece que hay una revolución. No tiene sentido cobrar 3,50 euros por una botella que requiere escanciarla seis veces, un vaso especial que además de caro ahora es de uso individual y pinchos. No queda más remedio que subir el precio porque lo ha hecho el combustible, la electricidad, las botellas y hasta los corchos, los cuales subieron dos veces durante el año pasado y ahora lo hará otra vez. No digo que tenga que venderse a 10 ó 12 euros porque el consumo de sidra es más elevado, pero sino subimos el precio a 4 ó 5 euro, cerramos todos. Tampoco tiene que costar toda la sidra igual, que creo que es el mayor error que hay, ni en todas las sidrerías lo mismo.

Fuente: EL COMERCIO


 Alfonso y Julián Castañón, rodeados de sidra, en Castañón. / DAMIÁN ARIENZA